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Adaptarse o perecer


Publicado el : 03 de Noviembre de 2023

En : General

Por Juan Martín Olivera, profesor del IEEM

 

Es conocida aquella cita de Charles Darwin: “No es la especie más fuerte ni la más inteligente la que sobrevive, sino la que mejor se adapta a los cambios”. La frase bien podría aparecer grabada en el dintel de entrada de cualquier sala de directorio o quedar fijada como wallpaper en el celular de todo director. Porque si esta verdad es siempre aplicable al trabajo del director, hoy lo es aún más, frente a los desafíos que presenta la incorporación de políticas de sostenibilidad reflejadas en el propósito, misión, visión y estrategia de la empresa. En esta materia, la regla en los próximos años será adaptarse o perecer.

La sostenibilidad es la capacidad de satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades. Es esencial para el éxito a largo plazo de las empresas, para la creación de un valor perdurable en el tiempo y para el bienestar de la sociedad en su conjunto.

Legalmente, cada miembro de un directorio tiene el deber fiduciario de actuar en el mejor interés de la empresa y en tomar decisiones de negocio con la diligencia que el cargo exige. Esto incluye gestionar adecuadamente los riesgos en general y, en lo particular, considerar y abordar los riesgos y oportunidades de sostenibilidad.

Los riesgos de sostenibilidad son aquellos que podrían tener un impacto negativo en el rendimiento financiero, la reputación o la capacidad de la empresa para operar en el futuro. Algunos ejemplos incluyen el cambio climático, la escasez de recursos, la contaminación o los cambios regulatorios.

Las oportunidades de sostenibilidad son aquellas que podrían crear valor para la empresa al reducir costos, mejorar la eficiencia, aumentar la innovación o atraer nuevos clientes e inversores. Entre otros ejemplos, pueden mencionarse cuestiones asociadas a eficiencia energética, energía renovable, reducción de residuos y gestión responsable de insumos y productos.

La regulación puede desempeñar un papel importante en la promoción de la sostenibilidad, al establecer estándares para las empresas y proporcionar incentivos para adoptar prácticas sostenibles. Y una forma de hacerlo es incluir explícitamente los deberes de sostenibilidad dentro de los deberes fiduciarios de los directores para que actúen con debida diligencia y lealtad. Esto requeriría que los directores consideraran los riesgos y oportunidades de sostenibilidad al tomar decisiones en nombre de la empresa.

Estos cambios regulatorios ayudarían, de manera efectiva, a garantizar que la sostenibilidad sea una cuestión tomada muy en serio por el directorio y los niveles más altos de la empresa. Asimismo, proporcionarían a los directores un marco legal claro para considerar los riesgos y oportunidades de estas prácticas. Animaría también a los directores a tomar decisiones que estén en el mejor interés a largo plazo de la empresa, lo que incluye considerar factores de sostenibilidad. Finalmente, enviarían una señal clara a los inversores y otras partes interesadas (stakeholders) sobre el compromiso de la empresa con la sostenibilidad.

En definitiva, creo que incluir deberes de sostenibilidad como expresión de los deberes fiduciarios de debida diligencia y lealtad de los directorios es un paso crítico para promover la sostenibilidad y garantizar que las empresas sean responsables por sus impactos ambientales y sociales.

La propuesta no es una mera expresión de deseo, sino un reclamo de la realidad, un reclamo de stakeholders de las empresas, desde inversores hasta clientes. El Derecho ya está atendiendo ese reclamo, moviéndose en esa dirección con mayor decisión en los ordenamientos jurídicos europeos. Y es que “el derecho sigue a la vida”. Y, para seguir con vida, las empresas desde sus directorios deberán adaptarse, internalizando el deber de sostenibilidad no ya a su agenda, sino a su ADN. De lo contrario, perecerán.


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