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Consejos para un directorio eficaz


Publicado el : 17 de Junio de 2015

En : Prensa

Por Pablo Regent, decano del IEEM

Los directorios se están implementando en cada vez más empresas como sistema de gobierno corporativo, y con ellos nace la figura del director. Diez tropiezos que todo director debe evitar para trabajar eficazmente.

En los últimos años el crecimiento de las empresas, la apertura de sus capitales a inversores del exterior y las exigencias de bancos, financiadores y agentes externos han llevado a que el sistema de gobierno de un buen número de firmas uruguayas haya variado sustancialmente. Una de estas nuevas realidades tiene que ver con la aparición del uso del directorio como algo más que simplemente una necesidad formal. Si bien no son la mayoría de empresas las que se han embarcado en esta nueva etapa, la tendencia es creciente y se percibe que es algo que vino para quedarse. De la mano de esta nueva forma de trabajar ha surgido el desafío de trabajar de director. Como todo en la vida mucho se puede aprender en las aulas pero no hay más remedio que complementarlo con procesos de prueba y error producto de la experiencia. Con este fin se presenta un decálogo que habla de errores frecuentes que como director se deben evitar. Estas fallas apuntan al trabajo de director como generador de valor y dejan de lado los aspectos regulatorios y normativos que en general todo director responsable suele respetar sin mayores inconvenientes. Hemos forzado los títulos para formar un acrónimo con DIRECTORIO de forma de contribuir a que los interesados en el tema memoricen lo mejor posible cada uno de los diez tropiezos.

  • Diálogo inadecuado: en un directorio la naturaleza del trabajo es el diálogo; no es una posición donde se ejecute sino que se trabaja a partir de dialogar en forma racional, incluso cuando se discute o se confrontan posiciones. Quien no tiene la capacidad de un ejercicio dialéctico maduro está incapacitado para actuar como un director eficiente, pues en el órgano máximo de una organización no hay nada que supla la falta de un diálogo constructivo.
  • Improvisar: si bien la capacidad de improvisación es útil, llevada al extremo no… y es lo que algunos directores hacen cuando asisten a las sesiones sin haber preparado los temas que habrán de tratar. Más aún, existe un preconcepto equivocado acerca de que un director puede ir a las reuniones sin haber tocado un papel, lo que afecta muy negativamente su efectividad y la del cuerpo en su conjunto.
  • Retirarse: si bien todo director tiene la potestad de abstenerse en el tratamiento de un tema o en la toma de una decisión, no es lo que se espera que se haga en forma habitual. Quien se retira de la discusión o de la votación en forma frecuente está en los hechos apoyando la posición mayoritaria. El director que se abstiene alegando desconocimiento o falta de análisis, salvo que sea algo excepcional, está incumpliendo lo que se espera de él, pues si reiteradamente actúa así disminuye la capacidad de análisis y decisión del conjunto.
  • Excusarse: en ocasiones hay directores que se excusan de opinar sobre un tema debido a que no han estado presente en sesiones anteriores o simplemente se trata de un tema que viene de tiempo atrás cuando él no estaba en el directorio. Es un error, pues se espera que más allá de no asistir a una sesión, cosa que puede pasar, haga su mayor esfuerzo por informarse de lo que en esa sesión se trató y esté preparado para continuar con el tema cuando corresponda sin autoexcluirse innecesariamente.
  • Captura: la información que un director debe considerar para su trabajo ha de ser la que el directorio decide; debe evitar dejarse capturar por los ejecutivos que tapan de información a los directores para de alguna forma capturarlos en su poder de decisión al verse impedidos de procesar toda la información que se les presenta.
  • Tiempo: un director ha de tener disponibilidad no solo para asistir a las sesiones programadas sino también a las extraordinarias que las circunstancias exigen. Un director que esté muy apretado de horarios verá disminuida su eficacia si carece del tiempo para asistir a reuniones fuera de lo usual, disponer de tiempo para investigar algún asunto que así lo amerite o simplemente dedicar tiempo a reuniones informales que suelen ser de mucha utilidad para avanzar en el trabajo del directorio.
  • Obstruir: es muy grave cuando un director se confunde en sus atribuciones y obstruye el trabajo de los gerentes metiéndose a dar órdenes o a incidir en el trabajo de línea. Un director por sí solo no es jefe de un gerente sino que en todo caso el cuerpo como un todo es el superior del principal ejecutivo. Si un director piensa que el cargo le da derecho a mandar sobre la línea el daño que ocasionará será mayor a lo que desde el directorio pueda hacer en forma eficiente.
  • Remuneración: la retribución que reciba el director debe estar correlacionada con lo que aporta. Mal se comienza cuando una persona es nombrada director simplemente para compensar un bajo nivel salarial o para poder saltarse la escala de retribución que recibe por su puesto de línea.
  • Interés: uno puede ser director nombrado por el 20% de los accionistas pero cuando actúa como director debe tener muy claro que sus decisiones han de apuntar siempre al mejor interés de la empresa como un todo. Los directores que se sienten libres de velar por el mejor interés de la empresa debido a que asumen la obligación y el derecho de solo tomar decisiones que benefician al subgrupo de accionistas a los cuales deben su nombramiento cometen un error que mina el beneficio que un directorio puede aportar a la marcha de la empresa.
  • Omisión: estar presente es un atributo fundamental de un buen director; casi se podría decir que si está en todas las sesiones ya está haciendo gran parte de su trabajo. El trabajo de director es el único trabajo en una empresa cuya acción natural es precisamente mientras el cuerpo actúa con el quórum correspondiente y en conjunto. Por lo tanto, un director que recurrentemente falta o se va a media sesión hace mal su trabajo.

Publicado en El Observador, 17 de junio de 2015. Caricatura: Salvatore


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