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Mitos sobre la felicidad


Publicado el : 06 de Junio de 2025

En : General

Por Patricia Otero, profesora del IEEM

 

En este camino que venimos desarrollando con el Centro de Estudios de la Felicidad (CEF), he tenido muchas conversaciones con colegas, amigos, participantes y antiguos alumnos. En estas interacciones —además de enriquecerme profundamente— detecté que existen algunos mitos bastante generalizados sobre la felicidad. Inspirada por mi profesor Tal Ben-Shahar, me gustaría compartir algunos de estos mitos que, a mi entender, dificultan seriamente una conversación honesta y útil sobre este tema. A veces, pareciera que la felicidad es algo inalcanzable o se la asocia con una positividad tóxica. Pero, cuando hablamos de felicidad, sabemos que no se trata ni de una utopía ni de andar por la vida con una sonrisa impostada repitiendo frases como “todo pasa por algo” o “lo que sucede conviene”.

  1. La felicidad es sentirse siempre bien. Esta idea está muy extendida: muchos creen que ser feliz es vivir solo con emociones positivas, siempre sonriendo y sintiendo que todo está bien. Sin embargo, la felicidad duradera incluye toda la gama emocional. Sentir tristeza, enojo o miedo es parte de estar vivos —y es necesario para sobrevivir—. Lo importante no es eliminar las emociones negativas, sino evitar que nos dominen. Me gusta imaginarlo así: todas las emociones fluyendo por el mismo tubo. Si bloqueamos una (por ejemplo, la tristeza, porque “hay que estar siempre bien”), terminamos obstruyendo todas las demás. La clave está en aceptar lo que sentimos, experimentarlo, y trabajar para que, a largo plazo, prevalezcan las emociones positivas. ¿La buena noticia? Podemos cultivarlas.
  1. El éxito nos lleva a la felicidad. Como decía Albert Schweitzer, “el éxito no es la clave de la felicidad; la felicidad es la clave del éxito”. En el paper “The Benefits of Frequent Positive Affect: Does Happiness Lead to Success?” (Lyubomirsky, King y Diener, 2005), se demuestra empíricamente que las personas felices tienden a tener más éxito en múltiples ámbitos: trabajo, relaciones y salud. El éxito no siempre genera felicidad, pero la felicidad sí predice el éxito futuro.
  1. Vamos a ser felices cuando las cosas mejoren. Esperar a que los astros se alineen para ser felices nos puede dejar esperando toda la vida. La felicidad tiene que ver con encontrar sentido y disfrute incluso cuando la vida no es perfecta. Además, sufrimos la llamada paradoja de la adaptación hedónica: nos acostumbramos rápido a lo bueno y lo que ayer nos hacía felices hoy se vuelve normal (¿cuánto dura la satisfacción del aumento de sueldos o del nuevo auto que me dieron en la empresa?). Por eso, no esperemos a que todo se ordene para empezar: la felicidad no se pospone, se construye desde ahora.
  1. No podemos controlar nuestra felicidad. La vida está llena de factores que no podemos controlar, pero, afortunadamente, hay muchas cosas que podemos hacer para estar felices. Sonja Lybomirsky, en su libro de How of Happiness (2008), llegó a ciertas cifras (estimadas, por cierto) que indican cuánto depende de nosotros la felicidad. El 50 % depende de nuestra genética: es decir, traemos condiciones basales para la felicidad. Algunos tendemos a tener un nivel más bajo de fábrica y tenemos que trabajar más para elevarlo; algunos tienden a tener niveles más altos y por lo tanto ese trabajo resulta menos arduo; pero siempre hay trabajo para hacer. El 10 % depende de nuestras circunstancias, de lo que pasa alrededor nuestro (dejando por fuera situaciones de catástrofe, guerra o cualquier condición extrema). Este impacto, si bien es real, es más limitado de lo que solemos creer, incluso en el plano económico. Daniel Kahneman demostró que, una vez que superamos cierto límite de ingresos, obtener más dinero no incrementa nuestra felicidad. Y acá la buena noticia: el 40 % sí depende de nosotros: de nuestros hábitos, de nuestro mindset y de nuestras prácticas diarias, tales como la gratitud, la meditación, la amabilidad. En el ámbito laboral, las investigaciones indican que la influencia genética en la satisfacción con el trabajo es aún menor, en torno al 30 %. Esto significa que hay todavía más espacio para la acción individual y para que las organizaciones generen entornos que potencien el bienestar de las personas.
  1. La felicidad es un destino. No hay una “estación felicidad” a la que un día llegamos. La felicidad es un camino, una práctica diaria. Como dice Arthur Brooks, no hay hombres o mujeres felices por naturaleza, sino personas que trabajan todos los días por ser más felices. Además, cuanto más la buscamos como fin último, más se nos escapa (la paradoja de la felicidad). El modelo SPIRE de Tal Ben-Shahar nos propone una mirada integral: bienestar espiritual, físico, intelectual, relacional y emocional. Todos son importantes, y sobre todos podemos trabajar, así que es cuestión de proponernos arrancar en este camino hacia ser más felices.

¿Por qué es importante desterrar estos mitos?

Porque, cuando hablamos de felicidad en el trabajo, todavía se la confunde con caras sonrientes, oficinas llenas de juegos o listas de beneficios descontextualizados. Y así, se la vacía de contenido. La felicidad no es un accesorio ni un eslogan; es una condición que se vincula con el compromiso, el propósito y la salud de una organización.

Y como yapa, me gustaría sumar un último mito que también conviene derribar: el líder no está para hacer felices a los demás ni para motivarlos a toda costa. Su tarea es más sutil y más poderosa: crear un entorno en el que las personas no vean obstaculizada su búsqueda de felicidad en el trabajo. A veces, simplemente se trata de no desmotivar a quienes, con convicción y sentido, quieren marcar la diferencia.


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