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Tu carrera profesional, tu responsabilidad | #LifelongLearning


Publicado el : 14 de Abril de 2023

En : General

Por Margara Ferber, directora del Career Management Center del IEEM

En 1985 se estrenó Volver al futuro, la película en la que Michael Fox era el joven Marty, un adolescente rebelde que por error viaja al pasado en un DeLorean, auto que fue elegido porque, según los productores, ya se parecía a una nave espacial.

Imaginemos que le pedimos a Marty que nos lleve en el DeLorean para viajar al pasado y comprender cómo surgieron y evolucionaron las carreras profesionales. Ponemos primera y exigimos al motor hasta volver unos más de 500 años atrás, en la Europa occidental. ¿Con qué nos encontramos?

Sabemos que la suerte, tanto la buena como la mala, juegan un papel importante en la vida. En la época feudal, no solamente no se había escuchado hablar de las carreras profesionales, sino que todo trabajo, absolutamente todo, se jugaba al nacer. Y esa suerte tenía que ser muy precisa:  había que embocarle no solamente a la cuna, sino al momento… Hijo mayor, terrateniente, el gran heredero; el segundo, para la Iglesia, el tercero para el ejército… ¡no sé qué pasaba con el cuarto, si llegaba!  Campesino, por siempre campesino. Herrero, artesano, carpintero. Tu padre, vos, tu hijo. De una generación a otra. Las mujeres no estábamos en la foto.

Tomamos el DeLorean y nos acercamos unas centenas de años. De pronto nos encontramos entre cientos de personas que caminan hacia las ciudades. A lo lejos, se ven bloques de cemento y humo negro que sale de grandes chimeneas. Es la época de la revolución industrial. Se inventan las máquinas de vapor y las de hilar. Son las fábricas. Es una revolución industrial, sí, pero también social.

Las economías desarrolladas en la segunda mitad del siglo XIX hacen aparecer las grandes empresas burocráticas. Estas moldearon las estructuras de lo que hoy llamamos carreras profesionales. El capitalismo separa al dueño de la empresa de los directivos que la hacen funcionar, dando paso a estructuras verticales formadas por mandos medios profesionales que avanzan según su desempeño. La organización manda, pero la persona sabe que, si es capaz y se esfuerza lo suficiente, va a ascender. La suerte retrocede un par de casilleros y el linaje familiar baja un poco. Entran a jugar las habilidades y competencias y la meritocracia ocupa el podio. Y la mujer entra en escena para cubrir las vacantes que dejan los hombres en las fábricas, debido a las guerras.

Marty se sube al DeLorean y nos lleva a su época, los años ochenta. Entramos a un bar y nos encontramos con Dan, un hombre de 52 años que busca en el alcohol una respuesta a su dilema: trasladarse al exterior para mantener su trabajo (pero perder a su familia) o ser despedido y quedarse en casa, sin trabajo, con habilidades específicas que solamente le sirven para su empresa actual, con pocas esperanzas de conseguir otro trabajo.

Dan esperaba que su vida laboral fuese como la de su padre. Toda la vida en una sola empresa, empezando de abajo y escalando hasta llegar bastante arriba, a fuerza de mucho trabajo. Sus mejores años se fueron en esto. Horarios largos y fines de semana, su mujer se ocupaba de la casa y de los hijos, a los que veía poco y nada. Pero va a lograr llegar muy cerca de la cima. Es el sueño americano (¿o la carrera de ratas?).

Pero algo cambia. Problemas en Medio Oriente, crisis del petróleo, gran recesión. De pronto su empresa tiene que reestructurarse, achicarse, para sobrevivir. Como tantas otras, comienza a mover puestos de trabajo a países con mano de obra barata… esto y los avances tecnológicos inician la globalización. Dan tiene la posibilidad de mantener un trabajo si se radica en el exterior, pero su familia se resiste. No sabe cuándo sus hijos crecieron, pero son tres desconocidos que cuestionan que exista una disyuntiva. Dan se encuentra partido entre la lealtad que siente hacia la empresa, ¡le dedicó su vida! y su familia. También se siente traicionado por la organización a la que le dio todo y ahora le falla… haga lo que haga, sale perdiendo.

Douglas Hall, quien acuñó el concepto de Protean Career, es hijo de esta época. Douglas cuenta cómo el ejemplo de sus padres influyó en su forma de pensar en las carreras profesionales.

El padre de Douglas era un ingeniero al que le iba muy bien. Cuando tenía cuarenta y pico de años, vivían en New Jersey y trabajaba para una consultora, pero su principal cliente era una gran automotora que tenía la casa central en Ohio. Por eso, pasaba la mayoría de su tiempo ahí, y viajaba cada 15 días por el fin de semana para pasar en familia. Usualmente tomaba el mismo vuelo, que hacía escala en Filadelfia y luego seguía, muchas veces vacío durante el tramo final. Por eso, llegó a conocer bastante bien a la tripulación, conversaban mucho en ese tramo en que quedaban solos.

Un viernes tuvo que trabajar hasta tarde y se perdió el vuelo, así que viajó en un tren durante la noche. Cuando llegó a su casa, se enteró de que su avión se había caído en ese último tramo. Las únicas personas a bordo, la tripulación, habían muerto todas.

Después de eso, renunció a su trabajó y puso su propia consultora. Trabajaba desde casa. Douglas recuerda que cuando era adolescente y estaba de vacaciones de verano, algunos días su padre le preguntaba qué quería hacer, lo que quisiera. “Me encantaría ir en bote por la costa y pescar todo el día” decía, y su padre lo llevaba. No es que pasaba todos los días, pero sí muchas veces. Y eso quedó entre sus mejores recuerdos.

Douglas llamó Protean Career al nuevo modelo de carrera por Proteo, el mitológico rey griego que podía cambiar de forma a su antojo, metamorfosearse.  Son carreras autodirigidas, donde pueden pesar más los valores personales que las recompensas laborales. Son personas que entienden su trayectoria profesional como un conjunto de ciclos de aprendizajes, y están abiertos a nuevas posibilidades, dentro o fuera de su organización. Profesionales que han desarrollado la adaptabilidad y el autoconocimiento como metacompetencias. Los valores personales guían las decisiones y el éxito profesional es objetivo (posición, salario) pero también psicológico, y medible en forma subjetiva.  El propósito personal entra en juego.

La madre de Douglas también hizo un camino profesional. Al principio y durante varios años, trabajó como enfermera en la unidad de investigación neurológica de un gran hospital en Nueva York. Le encantaba la gente y las tareas, pero después de que nacieron sus hijos y se mudaron a Nueva Jersey, tomó un trabajo a tiempo parcial en el consultorio del médico local. La madre de Hall usó lo que se conoce como el modelo del Caleidoscopio, desarrollado por Mainiero y Sullivan, que establece que hay tres motivos principales que influyen en las decisiones de carrera: la autenticidad, entendida como la búsqueda de trabajos compatibles con los valores; el balance, como integración exitosa entre el trabajo y la vida; y los desafíos, que suponen la responsabilidad personal, la autonomía, el interés por aprender y por seguir creciendo. Estos tres motivos, asimilables a los espejos de un caleidoscopio, están siempre presentes, pero se le pone más o menos foco según las circunstancias de la vida. Así, la carrera laboral se transforma en respuesta a los cambios en las prioridades personales.

Las carreras profesionales hoy son —o deberían ser— autodirigidas y no necesariamente lineales. Los valores personales guían las decisiones (se busca el propósito) y el éxito profesional es subjetivo.

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